Cerebro autista frente a cerebro neurotípico
Hoy en día, el autismo se considera generalmente una discapacidad del desarrollo que puede afectar a la forma en que las personas que lo padecen se comunican, se comportan e interactúan con otras personas, entre otras cosas.
El trastorno del espectro autista (TEA) es un conjunto muy complicado de distintos trastornos del neurodesarrollo muy complejos. Y aunque los síntomas y signos del TEA pueden variar mucho de un individuo a otro, en general se caracteriza por dos comportamientos principales: acciones repetitivas e intereses restringidos.
Pueden manifestarse de muchas maneras, como tener problemas para establecer vínculos sociales o interactuar con los demás, tener dificultades para expresar lo que sienten o lo que necesitan, estar excesivamente centrados en determinados temas u objetos y no ser capaces de establecer un contacto visual sólido.
Hay muchos factores diferentes que determinan si alguien padecerá TEA, algunos de los cuales son genéticos y otros ambientales.
Independientemente de la causa y de los síntomas, el cerebro de un autista es diferente del de una persona neurotípica.
Al mismo tiempo, las diferencias en la estructura cerebral de un individuo con autismo no siempre son fáciles de identificar. La tecnología de imagen avanzada permite a los médicos medir las diferencias, pero esas diferencias por sí solas no pueden diagnosticar a alguien con autismo.
A continuación, veremos algunas de las principales diferencias entre un cerebro autista y un cerebro neurotípico.
Índice
Hemisferios izquierdo-derecho
El cerebro tiene dos hemisferios o mitades, conocidos como hemisferio izquierdo y hemisferio derecho. Puede que oigas a alguien describirse a sí mismo como "zurdo" o "diestro", y eso se refiere a su forma típica de pensar y funcionar.
La asimetría entre los dos hemisferios es importante para el funcionamiento normal del cerebro. En el cerebro autista puede haber más simetría de lo normal y más dificultad para la comunicación entre los dos hemisferios.
Muchas funciones cerebrales están dominadas por uno u otro lado. El habla, por ejemplo, se procesa en el hemisferio izquierdo.
Algunos estudios han descubierto que las personas con TEA tienen una lateralización reducida en su lenguaje hacia la izquierda. Esto podría ayudar a explicar por qué las personas con autismo tienen dificultades con la comunicación típica.
Otras partes estructurales del cerebro
Otros estudios han encontrado algunas diferencias en las partes estructurales del cerebro autista frente a un cerebro neurotípico.
Por ejemplo, los adolescentes y niños autistas suelen tener el hipocampo más grande que las personas que no padecen TEA. Esta parte del cerebro forma y almacena los recuerdos, por lo que las personas con autismo pueden tener la extraña capacidad de recordar incluso detalles minúsculos mejor que los demás.
El tamaño de la amígdala cerebral suele ser distinto en el cerebro autista que en el cerebro neurotípico. Sin embargo, los resultados de lo que esto significa han sido contradictorios entre diferentes estudios.
Algunos estudios han descubierto que el cerebro autista tiene menos tejidos cerebrales en parte del cerebelo. Esta estructura que se encuentra en la base del cráneo no solo coordina los movimientos corporales, sino que también desempeña un papel importante en la interacción social y la cognición.
Por último, la capa externa del cerebro, conocida como córtex, también tiende a presentar diferentes patrones de grosor en las personas autistas y no autistas. Esta parte del cerebro es responsable del procesamiento de la información, otra posible razón por la que los autistas se enfrentan a retos que los individuos neurotípicos no afrontan.
Diferencias de conectividad
El cerebro está formado por múltiples partes, y es esencial que estas partes se conecten y comuniquen entre sí para funcionar correctamente. El cerebro autista muestra diferentes capacidades en estas conexiones, lo que podría ayudar a explicar algunos de los síntomas del trastorno.
Algunas de las redes cerebrales tienen una conectividad menor, y esto se observa especialmente en cualquier patrón que implique a dos regiones del cerebro más alejadas entre sí.
Un investigador, Profesor de radiología de la Universidad de Utah Jeffrey S. Andersonexplica que en el cerebro autista hay un "exceso de conectividad de corto alcance y una falta de conectividad de largo alcance". Esto significa que los individuos se enfrentan a más retos con tareas que "requieren que combinemos o asimilemos información en diferentes partes del cerebro, como la función social y las tareas motoras complejas."
En la misma línea, cuando se trata de una tarea específica en la que interviene una sola región del cerebro -como prestar atención a detalles minuciosos-, las personas con autismo suelen destacar.
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La investigación ha demostrado que cuando se observa de cerca el cerebro autista frente al cerebro neurotípico con imágenes tecnológicas avanzadas, se pueden observar muchas diferencias. Aunque estas diferencias por sí solas no pueden utilizarse para diagnosticar el TEA, pueden ayudar a explicar algunos de los síntomas del autismo.
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