Autismo y obesidad
La obesidad es un problema creciente en todas las cohortes de edad en Estados Unidos. Obesidad infantil es especialmente preocupante, ya que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. informan de que casi el 20% de los niños de entre 2 y 19 años son obesos.
La obesidad es una preocupación aún mayor entre las personas que padecen trastorno del espectro autista (TEA). A Estudio 2024 destacó que las tasas de obesidad entre los niños y adolescentes con autismo oscilaban entre 7,9% y 31,8%, en comparación con sólo alrededor de 1,4% y 23,6% para los que no tienen autismo.
Los niños obesos corren un riesgo mucho mayor de desarrollar graves problemas de salud a lo largo de su vida1Entre ellos, la diabetes, la hipertensión, el colesterol alto y muchos otros problemas.
No es fácil abordar el problema del autismo y la obesidad, ya que los niños con TEA se enfrentan a muchas dificultades que pueden contribuir a que coman en exceso, coman alimentos poco saludables y no hagan suficiente ejercicio.
A continuación, nos adentraremos en algunos de estos factores contribuyentes, así como en la forma en que los niños con autismo pueden recibir apoyo en este sentido.
Índice
¿Cuáles son algunas de las razones más comunes de la obesidad en el autismo?
El TEA suele asociarse a dificultades en las interacciones sociales y la comunicación. Sin embargo, las personas con autismo también suelen participar en comportamientos repetitivostienen intereses restrictivos y/o padecen sensibilidades sensoriales.
Todas estas síntomas desgraciadamente pueden conducir a la obesidad en los niños con autismo, aunque se manifiestan de formas diferentes.
A las personas con autismo les gustan las rutinas, y esto puede aplicarse a lo que comen, cómo comen y cuándo comen. Si prefieren alimentos poco saludables, esto puede convertirse rápidamente en un gran problema. Si los padres intentan introducir alimentos nuevos y más sanos, por ejemplo, su hijo puede sentirse abrumado, estresado y mostrar comportamientos perjudiciales o rabietas.
Las sensibilidades sensoriales también pueden contribuir a la obesidad. Si un niño con TEA tiene aversión a determinados olores, sabores y texturas, puede ser difícil conseguir que siga una dieta equilibrada. De hecho, los niños con autismo a menudo pueden ser comedores quisquillosos.
Además de estos problemas relacionados con la alimentación, los niños autistas suelen ser menos activos que sus compañeros neurotípicos.2. También hay varias razones para ello.
Como suelen tener dificultades para relacionarse socialmente, tienden a pasar más tiempo solos. Las actividades en las que los niños participan solos tampoco suelen ser muy activas, lo que significa que no pueden hacer el ejercicio que necesitan.
Además, los otros síntomas principales del TEA también podrían contribuir a que lleven un estilo de vida más sedentario dentro de casa, en lugar de salir a jugar, explorar y divertirse, todo lo cual también implica ejercicio físico.
¿Cómo abordar el autismo y la obesidad?
Si su hijo se encuentra en el espectro autista, es importante reconocer que corre un mayor riesgo de ser obeso.3. Esto significa que debes prestar atención a su alimentación y actividad física hábitos desde el principio para poder iniciar intervenciones en caso necesario.
Pediatras, dietistas y otros profesionales de la medicina pueden ayudarle a identificar los factores de riesgo de obesidad de su hijo y a encontrar soluciones que puedan funcionar en su caso.
Al mismo tiempo, el plan de tratamiento general del TEA de tu hijo puede ayudarle a desarrollar habilidades y modificar comportamientos de forma que pueda conseguir comer alimentos más sanos y ser más activo.
El análisis conductual aplicado (terapia ABA) es el estándar de oro de las opciones de tratamiento para niños con autismo. Se trata de un enfoque del aprendizaje y el comportamiento basado en la ciencia y la evidencia que ayuda a los niños con TEA a superar los retos habituales a los que se enfrentan como consecuencia de su autismo.
Pueden establecerse objetivos específicos para abordar los comportamientos, síntomas y aversiones de un paciente, por ejemplo, para ayudarle a superar los retos a los que se enfrenta. Con el tiempo, esto puede llevarles a comer más sano y ser más activos, a la vez que aprenden a comunicarse e interactuar mejor con los demás.
También pueden aprender a modificar ciertas conductas negativas con conductas positivas de sustitución que pueden conseguir lo que quieren, equilibrado con lo que necesitan.
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La obesidad es una preocupación importante para los niños con TEA, ya que tienen un riesgo mucho mayor de ser obesos que los niños neurotípicos de su edad. Las intervenciones tempranas, como la terapia ABA, pueden ayudar a abordar muchos de los factores que contribuyen a la obesidad para garantizar la salud de su hijo.
En Blue Gems ABANuestro equipo de BCBA experimentados administra la terapia ABA de forma individualizada. Elaboramos planes de tratamiento que se dirigen específicamente a las fortalezas y desafíos únicos de cada paciente, lo que garantiza que el plan sea lo más eficaz posible.
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